El pasado viernes 21 de noviembre, la Sala Thalía del Polígono se convirtió en el epicentro del flamenco en la capital regional. Lo que se anticipaba como una de las citas más esperadas del calendario cultural no defraudó: el ‘arte jondo’ regresó a Toledo por la puerta grande, colgando el cartel de “prácticamente completo” y regalando a los asistentes una noche de altísimo nivel artístico.
El evento, organizado por la Peña Flamenca “El Quejío” con la colaboración del Ayuntamiento de Toledo, demostró el excelente estado de salud del que goza la afición flamenca en la ciudad. Desde minutos antes de las 19:00 horas, el ambiente en la sala presagiaba una velada memorable, con un público entregado que llenó las butacas ansioso por disfrutar de un cartel que mezclaba maestría local y reconocimiento internacional.
Un escenario de primer nivel
La noche brilló gracias a la calidad de sus protagonistas. El Estudio de Danza Trinidad Giles, referente indiscutible en la ciudad, ofreció una colaboración diseñada expresamente para la ocasión que fue muy aplaudida, demostrando la solidez y experiencia de más de dos décadas de enseñanza en disciplinas como la escuela bolera y la danza estilizada.
En el cante, Montse Cortés confirmó por qué es considerada una de las voces más genuinas del panorama actual. La cantaora, con su inconfundible eco de La Mina y su vasta trayectoria junto a grandes figuras, llenó el escenario de profundidad y emoción, conectando de inmediato con el respetable.
El broche de oro al baile lo puso La Yunko. La bailaora japonesa, flamante ganadora del Desplante en el Festival Internacional del Cante de las Minas 2024, dejó patente sobre las tablas de la Sala Thalía que el duende no entiende de fronteras. Su actuación fue una exhibición de fuerza y técnica que arrancó ovaciones, justificando con creces el prestigio que ha cosechado en Sevilla y ante la crítica internacional.
Flamenco Violeta: Un espacio para el encuentro
El fin de semana flamenco se completó el domingo 23 de noviembre con la actividad “Flamenco Violeta”. Si la jornada del viernes fue una explosión de arte, la del domingo se tornó en una ocasión íntima y necesaria para reflexionar y compartir.
Lejos de ser un espectáculo al uso, este encuentro sirvió como vehículo de expresión para sensibilizar contra la violencia hacia las mujeres. A través del flamenco, los asistentes pudieron rendir homenaje a las víctimas y compartir vivencias, convirtiendo el arte en una herramienta de reivindicación social y unión frente a la violencia machista.
En definitiva, Toledo ha vivido un fin de semana donde el flamenco ha demostrado su doble vertiente: como espectáculo de masas capaz de llenar teatros y como lenguaje universal para la conciencia social.







